La Merienda:
El Caballo como muchos le llamaban, era el encargado de dar
la merienda, un hombre pequeño, menudo , pero buena persona , aunque la verdad
no lo tengo que decir yo , pues para alguno podía ser mala persona, aunque lo
dudo , pues mi conocimiento de él me hace decir que era una persona que por no tener problemas , ni se quejaba, ni
se alteraba y que muchos le tomaban el
pelo, el por una parte se dejaba querer y por otra quería que le respetasen , así
se lo tenían ordenado, delante de mi presencia cierto día , en la despensa del
colegio , se persono una sotana, muy
grande , negra, sobre unos zapatos austeros pero robustos de
color negro, por la parte superior aparecía una cabeza alargada y calva , con
voz fuerte , sonrisa falsa, ¿Qué tal
estas Antonio? ¿Este es tu hijo pequeño? Y bla bla bla , cuando parecía que todo era
una conversación agradable ,
cambio el tono de voz , Te tengo que
decir que a los niños y jóvenes hay que tratarlo de forma más dura, que te respeten, pues ha llegado a mis oídos
,que eres muy débil en su trato dando la
merienda y se te suben a las barbas y eso no puede ser así, por lo que átate los machos, se giro de forma
brusca y traspaso la puerta hacia la cocina , perdiéndose posteriormente por los pasillos , El Caballo , se quedo petrificado, quieto sin
poder moverse y con la cara roja, miro a
su hijo y dijo no digas nunca nada de esto y menos a tu madre.
El todos los días ,cortaba el pan y el chocolate Cotí, que lo ponía posteriormente en una canasta
grande donde ponía el pan y otro cajón más
pequeño el chocolate, todo esto lo ponía
en una obra de ingeniería Sanfernandina, Ingeniera realizada en los talleres de
mecánica , por los mulas, era un carro de hiero pulido con cuatro ruedas, las
dos ruedas situadas en la barra de tiro del carro , giratorias, y las dos de atrás
por decir debajo de una plataforma más pequeña
donde se depositaba el cajón de chocolate , cajón realizado por los ingenieros de carpintería
, donde se quedaba de color chocolate , por el roce de este , se
iban quedando los restos del cotí, podías pasar la lengua y
lamer la caja era todo chocolate puro, eran ruedas fijas.
El caballo sacaba el
carro por la parte inferior de la despensa y bajaba a estudiantes por la cuesta subido en la barra de dirección con los pies en alto a
toda velocidad , cuando llegaba por la carretera al final del campo de las
gradas, pegaba un pequeño salto y frenaba el carro, lo ponía en posición,
primero la canasta de pan , con sus porciones, perfectamente cortadas y casi asimétricas,
después el cajón del Cotí, con las porciones idénticas y perfectamente cortadas
según instrucciones recibidas.
Las Seis de la tarde
, timbre a toda leche , los niños salían como una exhalación , ya estaba el
cuidador de turno para que realizaran dos perfectas filas y pasaran cada una de
ellas por los lados del carro una a la derecha y otra por la izquierda, pasaban
cogiendo primero el pan y después el chocolate, Antonio (El Caballo) se quedaba en medio de
las dos filas justo detrás de el cajón del Cotí, empezaba el ritual diario, el
deporte nacional Sanfernandino era en ese momento realizar el empaque, El de
vez en cuando gritaba tu que te cuelas tu que ya has repetido, tú que listillo si ya has merendado tres veces,
el lo decía lo más alto , para imponer respeto y disciplina, para que no se chivara el educador
de turno a la gran sotana de donde emergía
la cabeza calva que echaba broncas .
Una vez pasaban todos
y cada uno de los niños de básica subía
el carro al muelle , donde daba de merendar a los mulas , donde repetía la
misma retahíla, para que se viera que imponía
disciplina, pero la verdad es que realizaban el empaque el que quería, cogían una u dos onzas de chocolate el que quería , El
Caballo , le daba lo mismo el en el fondo decía sin son como mis hijos por lo
menos que sean felices y que cojan lo
que quieran, alguno una vez
terminada de dar la merienda y guardado el carro en la despensa, llamaba a la puerta verde y
grande a pedir más pan y chocolate
u la merienda pues se le había castigado
sin merendar y era retenido en la clase para que no merendara y se escabullía para pedir la merienda , que
se le daba a escondidas, incluso se lo comía dentro de la despensa detrás de
los canastos del pan , por si entraba alguien y lo sacaba por la puerta inferior
de la despensa que daba casi al campo de
las gradas.
Una vez llegaba las
noches ponía el pan en los canastos de los comedores y con eso casi
terminaba su trabajo después de dar la
cena a las nueve de la noche cerraba la
despensa sobre las diez por el medio de las filas de los niños
que pasaban a los dormitorios él se iba a casa a dormir , para a las 7 de la mañana del día siguiente estar
de nuevo en la despensa del colegio, para que a las ocho estuviera el desayuno en las mesas.
Antonio Álvarez
GRACIAS POR TU RELATO ANTONIO, ME HA EMOCIONADO AL RECORDAR A ESA BUENA PERSONA QUE LLAMABAMOS "EL CABALLO" CARIÑOSAMENTE TODOS.
ResponderEliminarTENGO QUE DECIRTE QUE CON MI HERMANO, QUE POR ENTONCES ESTABA DEVIL Y ENFERMO , TUBO MAS DE UN TIEMPO LA BONDAD DE COLARLE CON DISIMULO Y CUIDADO UNA DOBLE RACIÓN EN EL BOLSILLO CON SU PROPIO RIESGO .
BUENA PERSONAS HERA TU PADRE, UN SALIDO....
bueno yo cuando repetia,el chocolate y el pan,lo tenia biem escondido,ja,ja,ja...menudos bolsillos teniamos algunos en los tabardos....eso rotura y asta el fondo...Toni,estan bien esos relatos vividos...
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