domingo, 2 de septiembre de 2012

LA MERIENDA


La Merienda:
El Caballo como muchos le llamaban, era el encargado de dar la merienda, un hombre pequeño, menudo , pero buena persona , aunque la verdad no lo tengo que decir yo , pues para alguno podía ser mala persona, aunque lo dudo , pues mi conocimiento de él me hace decir que era una persona  que por no tener problemas , ni se quejaba, ni se  alteraba y que muchos le tomaban el pelo, el por una parte se dejaba querer y por otra quería que le respetasen , así se lo tenían ordenado, delante de mi presencia cierto día , en la despensa del colegio , se persono  una sotana, muy grande  , negra,  sobre unos zapatos austeros pero robustos de color negro, por la parte superior aparecía una cabeza alargada y calva , con voz fuerte , sonrisa  falsa, ¿Qué tal estas Antonio? ¿Este es tu hijo pequeño? Y bla bla bla , cuando parecía que  todo era  una conversación  agradable , cambio el tono  de voz , Te tengo que decir que a los niños y jóvenes hay que tratarlo de forma más  dura, que te respeten, pues ha llegado a mis oídos ,que eres  muy débil en su trato dando la merienda y se te suben a las barbas y eso no puede ser así,  por lo que átate los machos, se giro de forma brusca y traspaso la puerta hacia la cocina , perdiéndose  posteriormente por los pasillos ,  El Caballo , se quedo petrificado, quieto sin poder moverse y  con la cara roja, miro a su hijo y dijo  no digas  nunca nada de esto y menos a tu madre.
El todos los días ,cortaba el pan  y el chocolate Cotí, que  lo ponía posteriormente en una canasta grande  donde ponía el pan y otro cajón más pequeño el chocolate, todo  esto lo ponía en una obra de ingeniería Sanfernandina, Ingeniera realizada en los talleres de mecánica , por los mulas, era un carro de hiero pulido con cuatro ruedas, las dos  ruedas  situadas en la barra de  tiro del carro , giratorias, y las dos de atrás por decir  debajo de una plataforma más pequeña donde se depositaba  el cajón  de chocolate ,  cajón realizado por los ingenieros de carpintería ,  donde se quedaba  de color chocolate , por el roce de este , se iban quedando los restos del cotí, podías pasar la lengua  y  lamer la caja era todo chocolate puro, eran  ruedas fijas.
El caballo  sacaba el carro por la parte inferior de la despensa y bajaba a estudiantes por la  cuesta subido en  la barra de dirección con los pies en alto a toda velocidad , cuando llegaba por la carretera al final del campo de las gradas, pegaba un pequeño salto y frenaba el carro, lo ponía en posición, primero la canasta de pan , con sus porciones, perfectamente cortadas y casi asimétricas, después el cajón del Cotí, con las porciones idénticas y perfectamente cortadas según instrucciones recibidas.
Las  Seis de la tarde , timbre a toda leche , los niños salían como una exhalación , ya estaba el cuidador de turno para que realizaran dos perfectas filas y pasaran cada una de ellas por los lados del carro una a la derecha y otra por la izquierda, pasaban cogiendo primero el pan y después el chocolate,  Antonio (El Caballo) se quedaba en medio de las dos filas  justo  detrás de el cajón  del Cotí, empezaba el ritual diario, el deporte nacional Sanfernandino era en ese momento realizar el empaque, El de vez en cuando gritaba  tu  que te cuelas tu que ya has repetido, tú  que listillo si ya has merendado tres veces, el lo decía lo más alto , para imponer respeto y  disciplina, para que no se chivara el educador de turno a la gran sotana de donde emergía  la cabeza calva que echaba broncas .
Una vez pasaban  todos y cada uno de los niños de básica subía  el carro al muelle , donde daba de merendar a los mulas , donde repetía la misma retahíla, para que se  viera que imponía  disciplina, pero la verdad es que  realizaban el empaque el que quería, cogían una  u dos onzas de chocolate el que quería , El Caballo , le daba lo mismo el en el fondo decía sin son como mis hijos por lo menos que sean felices  y que cojan lo que quieran, alguno  una vez terminada  de dar la merienda  y guardado el carro en  la despensa, llamaba a la puerta verde y grande a pedir  más pan y chocolate u  la merienda pues se le había castigado sin merendar y era retenido en la clase para que no merendara  y se escabullía para pedir la merienda , que se le daba a escondidas, incluso se lo comía dentro de la despensa detrás de los canastos del pan , por si entraba alguien y lo sacaba por la puerta inferior de la despensa que daba casi al  campo de las gradas.
Una vez llegaba las  noches ponía el pan en los canastos de los comedores y con eso casi terminaba  su trabajo después de dar la cena  a las nueve de la noche cerraba la despensa  sobre las diez  por el medio de las filas  de los niños  que pasaban a los dormitorios él se iba a casa a dormir , para  a las 7 de la mañana del día siguiente estar de nuevo en la despensa del colegio, para que a las ocho estuviera  el desayuno en las mesas.

Antonio Álvarez

2 comentarios:

  1. GRACIAS POR TU RELATO ANTONIO, ME HA EMOCIONADO AL RECORDAR A ESA BUENA PERSONA QUE LLAMABAMOS "EL CABALLO" CARIÑOSAMENTE TODOS.
    TENGO QUE DECIRTE QUE CON MI HERMANO, QUE POR ENTONCES ESTABA DEVIL Y ENFERMO , TUBO MAS DE UN TIEMPO LA BONDAD DE COLARLE CON DISIMULO Y CUIDADO UNA DOBLE RACIÓN EN EL BOLSILLO CON SU PROPIO RIESGO .
    BUENA PERSONAS HERA TU PADRE, UN SALIDO....

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  2. bueno yo cuando repetia,el chocolate y el pan,lo tenia biem escondido,ja,ja,ja...menudos bolsillos teniamos algunos en los tabardos....eso rotura y asta el fondo...Toni,estan bien esos relatos vividos...

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