Cementerio de Fuencarral
Uno de los problemas que plantearon los combates en la Casa
de Campo y en la Ciudad Universitaria durante los meses de noviembre y
diciembre de 1936 fue la dificultad de un tratamiento adecuado en la
preservación de los restos de los que caían en los combates. Muchos tuvieron
que ser enterrados in situ y algunos ni eso. Los combates impidieron que muchos
de los voluntarios de las Brigadas Internacionales tuvieran un lugar digno de
reposo y memoria. El encargado de organizar un camposanto para los brigadistas
muertos fue Francisco Herreros Agüí (hijo del secretario judicial de Fuencarral
y él lo era en Alcobendas y San Sebastián de los Reyes); en una fecha sin
determinar del mes de diciembre, aunque es posible que fuese antes. Según el
testimonio de Francisco Herreros, cuando éste fue informado de la presencia de
un cadáver en el Monte de El Pardo y lo detuvo una patrulla de la XII Brigada
Internacional y fue interrogado por el jede de dicha Brigada, el general Paul
Lukacz, quien le propuso que, integrado en la XII BI, se encargara de organizar
un cementerio que sirviera de última morada a aquellos "Voluntarios de las
Brigada Internacionales, muertos heroicamente por la libertad del pueblo
español, el bienestar y el progreso de la humanidad". El cementerio
elegido fue el de Fuencarral, cuyo origen se remonta a 1804-1809, obra de Juan
de Villanueva.
Desde su inauguración misma ya se convirtió en un lugar de memoria, pues el espacio lo presidía una gran placa de mármol adosada al muro del fondo del cementerio con una inscripción en francés.
Sin embargo, poco después de acabar la guerra, las autoridades franquistas ordenaron su destrucción, por lo que los restos de los allí enterrados fueron exhumados y llevados a una zona cercana al monte del Pardo. Con la vuelta de la democracia a España, concretamente en 1988, se colocó una reproducción de la placa original y posteriormente se han ido añadiendo placas memoriales por parte de asociaciones o embajadas, correspondientes a distintos grupos nacionales, destacando la placa que recoge el nombre de 19 brigadistas judíos, la que recoge el nombre de brigadistas comunistas polacos, o la placa dedicada a 4.000 brigadistas de origen italiano.
Desde su inauguración misma ya se convirtió en un lugar de memoria, pues el espacio lo presidía una gran placa de mármol adosada al muro del fondo del cementerio con una inscripción en francés.
Sin embargo, poco después de acabar la guerra, las autoridades franquistas ordenaron su destrucción, por lo que los restos de los allí enterrados fueron exhumados y llevados a una zona cercana al monte del Pardo. Con la vuelta de la democracia a España, concretamente en 1988, se colocó una reproducción de la placa original y posteriormente se han ido añadiendo placas memoriales por parte de asociaciones o embajadas, correspondientes a distintos grupos nacionales, destacando la placa que recoge el nombre de 19 brigadistas judíos, la que recoge el nombre de brigadistas comunistas polacos, o la placa dedicada a 4.000 brigadistas de origen italiano.
Entre los monumentos que se pueden encontrar que rinden memoria
a los que dieron su vida por la causa republicana, destaca un conjunto
escultórico de grandes dimensiones de granito pulimentado de color rosáceo. En
su superficie, que se asemeja a un mapa de España, se labraron una veintena de
combatientes soviéticos en formación ante una dama de grandes dimensiones que
los mira. Además, el muro incluye en dos filas 91 nombres en cirílico de
voluntarios soviéticos que participaron en las Brigadas Internacionales. Una fosa común donde fueron arrojados, tras ser exhumados, restos
mortales de al menos 424 voluntarios brigadistas internacionales de 16
nacionalidades de todo el mundo, más otra fosa de, al menos, 64 víctimas,
algunas de ellas falangistas, registradas durante descontrol de los primeros
meses de la Guerra Civil, pueden peligrar. El riesgo procede de la inminencia
de unas obras de rehabilitación del cementerio de Fuencarral, en el hoy
distrito municipal de su nombre y entonces, 1936-1939, municipio autónomo,
donde en su día fueron enterrados. Desde el ayuntamiento de Madrid mantienen
que las obras no afectarán a la tumba, ya que, en caso de que la catas previas
a los trabajos descubran restos, se paralizarían los trabajos.
Las obras se proponen restaurar 118 metros de muro
perimetral que sufrió desplomes en enero —tarea a la que se destinará una
cuarta parte de 1.962.000 euros presupuestados—, así como la de distintos
viales y tumbas, además de una amplia reurbanización interior que absorberá las
tres cuartas partes restantes de la inversión prevista.
El reciente anuncio de las obras alertó a Luis Avial Bell,
georradarista profesional y titular de una compañía de prospecciones
geofísicas, que ha explorado más de un centenar de fosas de la Guerra Civil y de
la posguerra. Fue él quien en 2015 dirigió la exploración geosfisica para el hallazgo
de los restos de miguel de cervantes en las iglesia de las trinitarias esto obedece a que conoce que este cementerio
madrileño, microcosmos funerario de la contienda de 1936-1939, albergó en su
día dos tipos de enterramientos vinculados hoy a la Memoria histórica: por una
parte, las sepulturas de centenares de combatientes voluntarios de las Brigadas
Internacionales, al menos 424 identificados, caídos en la defensa de Madrid,
como rezan varias placas en un muro que jalonaba su sepultura; por la otra, las
de al menos 64 víctimas de los primeros días de la contienda, entre ellas,
falangistas y supuestos simpatizantes del bando alzado franquista, cuyos
nombres figuran en una estela funeraria.
Entre 1936-1937, el general húngaro Lukácks, responsable de
la XII Brigada Internacional, ante el creciente número de víctimas en las filas
de los voluntarios internacionalistas, solicitó al secretario municipal de
Fuencarral, Francisco Herreros, disponer de una amplia parcela, ensanchada
luego, para enterrar a los brigadistas muertos. En 1940, tras concluir la
Guerra Civil, los restos mortales de brigadistas estadounidenses, ingleses,
franceses, alemanes, italianos, canadienses, polacos, yugoslavos; así como
austríacos, búlgaros, judíos, cubanos, chipriotas, griegos, rusos y españoles,
enterrados en Fuencarral, fueron exhumados de allí de manera expeditiva por las
autoridades franquistas en un acto de represalia post mórtem contra los
voluntarios. Llevados a un paraje cercano, fueron a dar a una fosa común.
El georradarista Avial
teme que este enterramiento pueda coincidir con el espacio de ampliación del
propio cementerio, hoy intramuros, extramuros entonces, muy acrecido luego, o
bien que la fosa se encuentre en algún lugar del contiguo monte de El Pardo. En
cuanto a los restos de los falangistas y de las víctimas, 64 en total
identificadas, de los primeros días de la guerra en Madrid, permanecen hoy
sepultados y mezclados en el área de entrada a un amplio cuartel vallado del
cementerio, a unos cien metros de distancia de los restos de los voluntarios
brigadistas.
Por ello, el georradarista madrileño, en un escrito dirigido
al Consistorio, se ofrece “a realizar gratuitamente un barrido del subsuelo del
camposanto, mediante georradar y perfilómetro, técnicas ambas no intrusivas”.
Con tal instrumental se propone confirmar, como él sospecha, que quedan aún los
restos mortales de unos y otros difuntos en distintos lugares del cementerio e
impedir así que las obras previstas puedan vulnerar la ley de Memoria
Histórica, que protege estos enclaves funerarios e impide alterarlos.
Severiano Montero, líder de la Asociación de Amigos de las
Brigadas Internacionales (AABI), cree también que los restos exhumados podrían
estar en un espacio muy cercano, incluso dentro de la ampliación del
cementerio. “Me parece bien que antes de las obras se realice una exploración
previa”, afirma. Una fuente del Comisionado para memoria Histórica del
Ayuntamiento, que regenta Francisca Sahuquillo, señaló su disposición a explicar
a Avial y a la AABI en qué consistirán las obras, que son responsabilidad de la
Empresa Municipal de Servicios Funerarios y Cementerios de Madrid, S.A.
Fuentes municipales aseguran, no obstante, que antes de
actuar se realizan catas y si descubren restos, las obras quedarían
paralizadas. De este modo, quedarían a salvo los restos de los 424 brigadistas
identificados y de las 64 víctimas de los primeros días de la contienda
Se puede decir que la muerte iguala a todos los difuntos
pero sus sepulturas les separan. A veces, significativamente. Así, el
cementerio de La Almudena, el más grande de Madrid, llamado del Este, alberga
entre sus numerosos espacios un ámbito reducido aunque singular; rodeado de
seto verde, se abre a un conjunto de ocho sepulturas correspondientes a otros
tantos aviadores de la Legión Cóndor, de la Luftwafe alemana,
que vinieron a combatir junto a las tropas de Franco aleccionados por Hitler en
1936.
Fueron derribados en Arenas de San Pedro, Quijorna y El Escorial
en distintas fechas del verano de 1936 y el invierno de 1937. Sus edades
oscilaban entre los 24 y los 27 años. Sus localidades de origen son Ingolstad,
Bayreuth, Ostpressen, y otras. Sus nombres, Üllmann, Boltzmann... Uno de ellos,
sin embargo, no murió en combate, sino que falleció en la cincuentena en 1967 y
fue enterrado con sus camaradas. Las sepulturas forman una especie de
escuadrilla.
Apenas a diez metros de distancia, yacen sepultados
militares y falangistas muertos en el Cuartel de la Montaña el 20 de julio de 1936, cuando se amotinaron
para unirse al golpe contra la República protagonizado por Franco. Murieron a
manos de soldados y paisanos leales a la República durante los combates por
truncar la intentona.
En el cementerio de Fuencarral, al Norte de Madrid, tras
cruzar un primer pórtico, el visitante se encuentra de frente con un conjunto
escultórico de grandes dimensiones. Se trata de un bloque de granito
pulimentado y de color rosáceo. Sobre su superficie, que se asemeja a un mapa
de España, ha sido labrado un grupo de torsos de una veintena de combatientes
soviéticos en formación, tocados de gorros de combate, que se adentran
silenciosamente en la hondura de la piedra. Una dama enlutada, de gran tamaño,
los mira y solloza. El muro incluye dos filas de 91 nombres de voluntarios
soviéticos de las Brigadas Internacionales, con sus apellidos por orden
alfabético cirílico, desde Abramovich. A. hasta Ulianov. A y Yashin. S.
Pocos metros más allá, sobre una pared, constan los nombres
de brigadistas comunistas polacos, 19 combatientes judíos -desde Emil Akerman a
Chil Zytnicki- que perecieron en combate a partir de noviembre de 1936. Matas
de adelfas cubren un frontal que menciona a combatientes franceses, un
comisario yugoslavo de la XIII Brigada y una placa dedicada a 4.000 brigadistas
italianos.
Fuentes:
El País de 2007 2 de noviembre y publicación de Miguel Íñiguez Campos
Bibliografía:
Michel LEFEBVRE y Rémi SKOUTELSKY: Las Brigadas Internacionales, Barcelona, Lunwerg, 2003.
Ken O´KEEFE y Severiano MONTERO: Lugares de las Brigadas Internacionales en Madrid: Ciudad Universitaria, Casa de Campo y otros (vol.2), Madrid, Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI), 2014.
AAH "El Pregonero de Valdelatas "
Bibliografía:
Michel LEFEBVRE y Rémi SKOUTELSKY: Las Brigadas Internacionales, Barcelona, Lunwerg, 2003.
Ken O´KEEFE y Severiano MONTERO: Lugares de las Brigadas Internacionales en Madrid: Ciudad Universitaria, Casa de Campo y otros (vol.2), Madrid, Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI), 2014.
AAH "El Pregonero de Valdelatas "
Hola buenas tardes, un vecino de Fuencarral me comento una vez que a la altura de la calle Sabadell 27 (aprox), justo por la parte trasera de la iglesia del poblado dirigido, habían encontrado hace muchísimos años unos restos de una fosa común. Esos restos fueron trasladados al cementerio de Fuencarral, y en el lugar del descubrimiento de dicha fosa se coloco una placa conmemorativa, la cual a dia de hoy no existe porque fue arrancada por otros vecinos.Si usted supiese despejarme las dudas sobre si es cierto o no, le estaría muy agradecido.
ResponderEliminaryo nunca lo he escuchado , en el cementerio viejo antes de ser traslado al sitio actual estaba en la entrada de Fuencarral donde hoy empieza el Barrio de Santa ana y se junta con tres olivos si se produjo ese hecho , pero nunca se puso placa , se trasladaron los restos junto con el resto a un glosario tengo entendido por los mas viejos de Fuencarral cuando yo era niño y se puso una placa con los nombres que se supo que pertenecía los restos de esa fosa común en el cementerio nuevo de Fuencarral donde se encuentra hoy .también se arranco los nombres de la plaza de los caídos por la patria del lateral de la iglesia de San Miguel, como ves hay historias para todos los gustos .- .
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