Según la época en que le toca a uno vivir, cada uno cambia
de chaqueta como una falsa moneda que de
mano en mano va y nadie se la queda, así se producen los cambios personales en
vestimentas, usos y costumbres. Había una foto del Generalísimo Franco de enalteciendo la pared principal del salón de
mi casa, encima del encerado de mi clase, en mi colegio cuando yo era niño, y a
mí me fascinaba el elegante porte que representaba igual que a todos los niños que estábamos en
aquel centro de San Fernando, al estilo del cine negro propio de su juventud y
de la moda imperante del militarismo reinante, en cada momento de nuestra vida.
Con el tiempo, lógicamente, aquel uso se desvaneció y el hábito de los cuadros del caudillo de la gran España , que siempre nos inculcaron cambio, en todas sus formas, los cuadros cambiaron a un joven Rey, con un porte ciertamente elegante también vestido de militar ,con sus gorras flamantes de estrellas , eran calificados por mi madre como de inútiles porque no servían ni para la lluvia ni para el viento–, las gorras se cambian se pierden cambian decía ,los de paja, los de banda ancha, los de visera, los de bombín, los de copa, los de panamá, el uso de todas estas formas de resguardar la testa, dándole empaque, ya digo, se evaporó y el panorama callejero de las calles amplió su luz solar y las cabezas se airearon excepto la de los militares, obligados al protocolo de los uniformes. Volvió el pelo a las cabezas acartonadas, a cabezas que empezaron a pensar.
Surgieron otras modas
que hicieron a hombres y mujeres distintos ante los demás, más guapos, más
raros, más extravagantes. Casi todo venía de fuera no estábamos acostumbrados a las
nuevas aperturas, pero aquí también se hilaban mamarrachadas, Gente que emergía de colores hasta entonces desconocidos , como
setas en el monte de Valdelatas , cambio
Político, un cambio social , salió una
nueva clase El político y su partido, que cambio inclusive el diseño
de ropaje femenino fue de las pocas actividades que pudieron transformarse en
industria floreciente, bien a través de factorías de gente avanzada o bien a
través de los creativos talleres de modistillas, una alegre manera juvenil de
ganar unas pesetas, reunidas en amplias habitaciones de ventanales luminosas desde
las que se repartían coqueteos y sonrisas a la jóvenes transeúntes. El
resultado a veces era un poco dañino a la vista, patético. Los paseos, las
avenidas, eran pasadizos de ejércitos juveniles, uniformados, pantalones con
perniles de no más de 18 centímetros, todos color rojo; y ellas, labios bien
pintados de rojo fuego y conjuntos de nylon y perlón, Rebequita y pañuelos a
juego llamando la atención como pavas reales.
Pasó la época del hambre total, del seiscientos, basto producto nacional de
patente español, rodaron también por nuestras calles medio
rotas otros coches franceses, Alemanes e
italianos Las modas de la ropa exagerada
se fueron volando, como los sombreros, y nos entró el gusanillo de conducir el
modelo más grande y más caro, que al
principio marcó status. Y esta fue ya una moda de la que no hemos salido aún.
Los coches siguen marcando nuestra posición social. Cambiamos de coche como
cambiábamos de jersey. Y a medida que los Planes de Desarrollo construían
viviendas sociales, los más pudientes se hacían casitas adosadas que, apenas
una subidita de sueldo, sustituían por otras de mejores calidades.
El cambio social de camisa, de chaqueta, de usos, de
costumbres, alcanzó al hombre machista de a pie
a la mujer feminista, novias y esposas.,
se cambiaba de chalet adosado y de esposa. Así, desde los tiempos inmemoriales,
el hombre, la mujer, ha ido cambiando de todo porque hay que cambiar de todo
para que, como dice la historia, no se
cambie de nada. Pero hay algo sagrado que no puede ni debe cambiarse jamás, ni
con el pretexto del gobernante que sea en cada momento, ni con ninguna otra idea
de progreso o de retroceso, que el individuo
sea libre, tenga un trabajo, una sanidad, una educación veraz y suficiente para poder vivir y
realizarse en su vida personal y familiar, lo que se llama bienestar social.
Los habitantes de
este país deben luchar por ello,
todos saben bien a qué me estoy refiriendo.
Qué cosa no se cambie jamás.
A. Álvarez
Hay democracia directa cuando la decisión es adoptada directamente por los miembros del pueblo. Hay democracia indirecta o representativa cuando la decisión es adoptada por personas reconocidas por el pueblo como sus representantes. Por último, hay democracia participativa cuando se aplica un modelo político que facilita a los ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas o cuando se facilita a la ciudadanía amplios mecanismos plebiscitarios. Estas tres formas no son excluyentes y suelen integrarse como mecanismos complementarios.
No debe confundirse República con Democracia, pues aluden a principios distintos, la república es el gobierno de la ley mientras que democracia significa el gobierno del pueblo.
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