DON AGAPITO
Miro hacia atrás y sí que me entra un poco de nostalgia recordando
el patio del colegio, cuando jugábamos con el balón en el campo de las gradas a
cual pegaba la patada más gorda y mandaba el balón mas legos , se recuerda con
cariño aquellos equipos por clases que
durante los recreos éramos los únicos
posiblemente en el mundo que jugábamos
con tres , cuatro o cinco balones a la vez
, con las dos mismas porterías , que despiertos estábamos hechos nunca tocábamos el balón de otra clase , siempre
sabíamos , cuál era el tuyo, quien era de los nuestro y a quien dar la
patada correspondiente.
los recreos era un período
de tiempo entre lecciones y lecciones
en clases frías de otoño e
invierno calurosas en primavera, donde aquella calefacción por radiadores
de hierro forjado por donde se
conducía el agua caliente desde ese edificio de
calefacción donde estaban los grandes quemadores que nutrían a base de paladas de carbón , que a su vez la gran chimenea vertical de
varios metros escupían su denso humo
formando una estela que daba letra a
nuestros himno:
Chimenea vertical
Centinela siempre en vela
El humo denso que escupes
Vuela marcando una estela.
Calefacción que dado a su
largo recorrido por las calles del
colegio se enfriaba y solo daba un calor tenue aquel que por suerte u potra
tenía su pupitre al lado del
radiador.
Durante la eterna
jornada en el centro educativo en la que
los alumnos podían realizar
libremente actividades como estudiar, leer, escuchar música, charlar,
comer, ir al baño y jugar, Los recreos servían para hacer las camarillas de
amigos e intimidar al débil compañero que no podía defenderse .
Los recreos solian durar
entre 10 u 40 minutos, dependiendo el momento de el día lectivo. Los que ocurren a la hora del
almuerzo eran más largos, a veces para dar tiempo a los alumnos externos de comer en sus casas o en sitios cercanos a Sanfer.
Recuerdo con tristeza la figura de D: Agapito, eterno trabajador
de jardinería y amante de las flores, tardes de primavera
regando con aquella manguera kilométrica, todos los rincones ajardinados
del patio de juegos de los columpios,
donde se encontraba la fuente del pato Donal, con su constancia diaria de
mantenerlo verde y floreado.
Recuerdo el día sobre el año 1972 u 1973 que llego un
buen día a la pared de los
dormitorios justo por encima de las
escaleras que daban a la puerta de
entrada de los dormitorios, se hallaba
en principio una pequeña almena de abeja esa tarde dijo D. Agapito , que
hacen esos animales de dios , estarán emigrando
alguna reina de una almena a otra
y abran parado a descansar ,al día siguiente cuando llegamos a la hora del recreo se había
formado la gran almena pegada a la pared
y cercana a las ventanas de los dormitorios , rápidamente nos prohibieron la
entrada a dicho parque de juegos , miedo
porque nos picara alguna abeja al sentirse amenazada la reina del panal , llego un camión grande con
una grúa alzaba una jaula donde estaban
dos personas vestidos como astronautas, con traje blaco y capucha con red al frente, eso me pareció a mí , con unos
botes donde salía un humo denso , nosotros los veíamos por debajo de la escalera de la fuente del
pato Donal y la una preocupación de D.
Agapito era que no hicieran daño a las
abejas no por lo que pudieran hacer , si
no porque gracias a ellas decía se polinizaban las flores , fue la primera vez que escuche de forma sencilla y clara los vectores de polinización , y no se me ha olvidado hasta hoy,
el transporte de polen lo pueden realizar diferentes agentes que pueden ser tanto bióticos, como aves,
insectos, murciélagos etc.; como abióticos, por ejemplo agua o viento, existe
una gran variedad de vectores bióticos, entre ellos se encuentran los
himenópteros (abejorros, abejas y avispas), los lepidópteros (mariposas
y palomillas) y los dípteros (moscas), así como colibríes, algunos
murciélagos y en casos raros algunos ratones, así con gran interés y sin quererlo
nos estaba dando una lección sobre polinización en situ, con una sencillez fuera de lo común ,como fue su vida en mi recuerdo, por lo que no es difícil que cuando falleció
D. AGAPITO ROLDAN POZO a los ochenta y
cinco años, en un verano del año 1981 creo (no se fecha concreta), de un paro cardiaco que provocó su
muerte, a este hombre que sin apenas enfermedad alguna, todo el mundo lo
gloriase por su sencillez y amor hacia el prójimo, ya que sólo había padecido
de algunos resfriados; pero una vida tan larga y, sobre todo, tan llena, con la
resistencia de su corazón, se dijera del que habíamos tenido un verdadero
tesoro. Al funeral y al entierro asistieron numerosas personas y amigos, a
pesar de la época veraniega., subrayare lo que modestamente creo que fueron los
rasgo más sobresalientes en él y que con él hemos convivido en San Fernando,
Don Agapito nuca habló mal de nadie, solo se fijaba en su parte positiva. Para
todos tuvo palabras de elogio, siempre atento y delicado con todos, ya podemos
ver por ahí su talla humana, es que Don Agapito, dada su armonía y gran
personalidad, no fue de esas personas
arisca y malhumorada que necesitan
destruir a los que hacen algo y sólo destruyendo la existencia de un inferior
se sienten realizados. Con razón decía
que el individuo que se dedica a criticar es para lo único que vale, el
que no vale para nada.
Don Agapito sabía que el auténtico amor era demostrar la propia
valoración positiva de los demás, pues ahí se origina el propio sentido de auto
aceptación, tan necesario para una buena salud de la persona, creo que esa constante
dominio vida el cariño hacia el indefenso y al débil al que quiso abrazarse y defender ante los demás,
creo que esa máxima le acompaño toda la
vida, gran maestro, rasgo muy característico de Don Agapito fue su gran amor a
los niños y a los jóvenes. Era enormemente feliz en medio de ellos, no se concibe un don Agapito solitario o alejado de
los chicos. Donde había muchachitos allí estaba don Agapito. Y donde estaba don
Agapito allí acudían ellos, como gran profesor, se servía de pequeñas cosas y
de máximas ocurrentes para alcanzar los objetivos últimos de todo verdadero educador,
lograr sembrar inquietudes y despertar el interés de los educandos por los
auténticos valores humanos, morales.
Por eso creo que todos estamos de acuerdo, que para nosotros fue
un hombre ejemplar. Cariñoso y atento con el niño y el joven, por lo menos en
su paso por el Colegio San Fernando de Madrid.
Recordamos sus gomas de
borrar, lápices, plumines y bolígrafos, Libros y cuadernos de rayas y cuadriculados, como no los de
caligrafía.
Para terminar no se puede
recordar a D. Agapito sin sus ramos de flores
y su amor a la naturaleza , solo queda decir gracias D. Agapito Roldan
Pozo, siempre estarás en nuestro corazón.
Antonio Álvarez (Toni)