El Llorica
Las vueltas de la vida suele ponernos en situaciones
donde un buen llanto puede ser la consecuencia natural.
Es verdad que siempre existe la tentación de hacerse
el insensible "soy macho”, es decir pretender que "nunca pasa
nada", pero no por mucho negar las cosas desaparecen y el precio de querer
ignorar lo que nos pasa se paga con enfermedad, más tarde o más temprano.
El otro camino no es hacerse el macho, sino ser muy
hombre y llorar como un niño. Ese niño
que seguimos siendo, corriendo tras los que creímos amigos y al final solo
fueron compañeros de clase y de habitación, pues cuando venían mal dadas, el
ser hombre no es negarla, sino enfrentarla , pero los machotes callaban
mientras otros sentían el castigo con toda su fuerza y eso es lo que fortaleció a esos chiquillos indefensos en
los grandes patios de recreo a los insultos y rabietas de los compañeros mas
brabucones, mas insolentes y mas chulos que un ocho, las pandas u pandillas que
se formaban alrededor de estos, que al fin y al cabo es lo que habían aprendido
en un entorno de, te portas bien ,eres dócil o te enderezo a golpes .
Muy rara vez ocurre que el verdadero culpable cargue
con su castigo, es importante tener un chivo expiatorio para esos casos el más
débil de la manada, el del rincón, el llorica que nunca supo u tubo claro por
qué motivo derramo sus lagrimas. Llorar por llorar no está del todo mal, pero
si buscamos desahogarnos seriamente, es necesario identificar cual es la razón
de nuestras penas y nuestras penas éramos nosotros mismos, la incomprensión de
los demás hacia nuestra persona estaba
presente todos los días y a todas horas en nuestro hacer diario, durante la ducha,
el desayuno, la clase, la comida, el estudio, la cena y la cama, cama donde se
soñaba que el día siguiente sería diferente, pero siempre despertabas a la
realidad cotidiana.
Ahora estamos en condiciones de "disfrutar"
nuestro llanto. No es que uno sea masoquista, sino que cuando es preciso llorar
por esos recuerdos de la infancia de los conocidos y de los amigos con los cuales sufrimos la pena, el castigo y la alegría de salir fuera
de las paredes de lo que fue nuestro hogar durante tantos años que ahora anhelamos
, la vida nos ha enseñado que no todo lo
pasado fue tan malo , siempre hay alguien que lo pasa peor que nosotros ,cuanto
antes empecemos y cuanto mejor crucemos la tormenta, mucho mejor para todos
nosotros, el llorica lo hacía con sus berridos y lagrimas , los brabucones con
sus risas y burla y los otros con sus largas huidas al escondite de turno donde llorar y que no
le vieran su rabia contenida .
Llorar y
desahogar el desconsuelo de nuestros
pesares, llorar buscando consuelo en otros es hacer un poco trampa, la
experiencia me ha demostrado que determinadas circunstancias generan estados
muy propicios a un honesto llanto.
Caminar muy lentamente por la vida presente y el
pasado, La sensación de soledad y desolación es muy fuerte, no es necesario
ocultar el llanto, nadie se percata, sencillamente porque a nadie le importa lo
que tu pasas, como fue tu vida, que prohibiciones te impusieron y de que formas tenias que vivir tu soledad,
el vivir entre dos mundos uno de lo que piensan los compañeros y otro la verdadera realidad de tu vida.
En tu interior es como un bailable de una noche de fin semana cualquiera. La
soledad que se observa y se siente en esos ámbitos es devastadora. Lo
estruendoso de la música y lo confuso de las luces dan una escenografía ideal
al llanto, se suma la ocasional euforia de esa masa de extraños, el contrapunto
es impactante, te sientes como en el colegio, rodeado de todos los compañeros,
pero solo.
También te ocurre en una plaza cualquiera, toda llena
de gentes que di ambulan como locos poseídos todos con prisas, todos viviendo
su propia soledad y no se dan
cuenta de que forman parte de la
humanidad hasta que ocurre un hecho grave que paraliza a dicha sociedad y los
convierte en individuos y esos individuos se convierten al fin en personas con
corazón y llanto. Pero entonces
apartamos a los niños que pudieran estar por ahí, ellos pueden vernos y
contagiarse nuestro sufrimiento, les protegemos, no les queremos hacer daño,
pero porque no hicieron lo mismo con nosotros, porque no vigilaron nuestra infancia,
es que a nuestros niños de hoy hay que
protegerlos y que les sea indiferente el llanto de un extraño, estamos haciendo un ser humano nuevo.
Con un poco de suerte podremos sentirnos
suficientemente solos y desamparados como para llorar sin pudores, como cuando éramos niños dentro del espacio más grande del
mundo, San Fernando.
En algún momento, nadie puede predecir cuándo será,
las lágrimas se convertirán en fortaleza
y uno puede seguir adelante con su vida, buscando nuevos y buenos motivos por
los cuales volver a llorar, o si tenemos suerte, encontrar nuevos y buenos motivos
por los cuales llorar por sentirnos felices.
Ser llorica, es ver el mundo a través de gotas de agua
que emanan de los ojos, gotas de agua salada
de amor, alegría y sufrimiento.
Antonio Álvarez
Toni