El Bar Cambio nuestros hábitos en los 70, Yo recuerdo los primeros bollos industriales, en el bar del campo de las gradas donde Manolo y la Señora Ino, pequeñita pero matona con su voz de pito, empezaron a vender los productos de la época, los productos bimbo con la atracción que tenían sus interminables colecciones de cromos, no terminaba una cuando ya aparecía otra nueva, hay que reconocer que los de Bimbo tampoco se rompieron mucho la cabeza. Un bollo de pan (que por aquella época llamábamos Bimbollo) y una fina chocolatina de cuatro onzas que estaba buenísima. ¿A que aún recuerdas su sabor?, Sin duda los pastelitos más míticos de Bimbo fueron el Bony, el Tigretón y la Pantera Rosa, que hoy en día los han vuelto a lanzar, y el Bucanero que se ha quedado olvidado en el camino. Comerte uno era toda una fiesta y aquí también cada uno tenía su favorito. Yo era de Bony con aquella mermelada de fresa, ¿tú?
Pero todo esto no me deja olvidar el verdadero sabor de la merienda No
hay un bocadillo más sencillo ni ningún otro sabor que nos traslade tanto a
aquella época como un trozo de pan
con chocolate. No sé muy bien por qué hoy tan difícil encontrar a un
niño comiendo este bocadillo y tampoco entiendo por qué yo no lo he vuelto a
probar desde entonces, nosotros disfrutábamos con el cotí dentro del pan, que
nos sabia a gloria, pero preferíamos los
productos de bimbo, no sé si por los cromos o por la novedad y que ya teníamos alguna
perica en el bolsillo, había mejorado la economía.
Los niños de San Fernando, nos
dividíamos entre los que preferíamos la mortadela sola o los que les gustaban más con aceitunas. Yo no la soportaba,
jamás comprendí esa extraña combinación de sabores, algo así como los compañeros del cole que eran capaces de comerse un bocadillo de chorizo, jamón
york y nocilla todo junto. ¿Que tú eras de esos? vale, me callo.
También salio un chicle negro que parecía un trozo de neumático con
sabor intenso a regaliz. Sí, el chicle
Cosmos es ya todo un icono de aquella época y si no llegaste a
probarlo te vas a quedar con las ganas pues desapareció de nuestro planeta,
costaba en aquel entonces 0,60 céntimos, eso sí, yo no le pegaría un bocado era
asqueroso ;yo era mas de Bazooka del A
mi me gustaban mucho, no era muy asiduo a comerlos, ya que muchas veces , me los tragaba , si, no me duraban ni un
momento en la boca, ya que se me iba
para dentro como los caramelos y ya sabéis lo que nos podía pasar cuando éramos
pequeños si nos tragábamos los chicles, verdad?, según los mayores, se nos
pegaban a las tripas, que ingenuos éramos
solo nos daban un pedazo los
hermanos mayores se quedaban con el trozo mayor si ellos masticaban el trozo mas grande, En fin a lo que iba,
que aunque no los comiera con asiduidad, aun recuerdo el sabor de los Bazooka,
y lo duros que estaban, te metías uno en la boca y parecía que te comías una
castaña. Eran los que más tardaba en tragarme, creo que precisamente por esa
dureza, que según ibas mascando parecía que se ponía mas duro, lo más característico era su forma, una
especie de taco formado por tres circunferencias planas o discos unidos. Se hacían
globos enormes con estos chicles y además los podías cortar por los anillos u circunferencia para repartirlo con
tres amigos o para masticarlo en tres veces
guardando los anillos por separado y no perder el sabor, aunque los
globos eran más pequeños, que también era
ventaja para que el gracioso de turno no te lo explotara en la cara.
Pero el producto estrella eran las bolsas de aceitunas , tres placeres
, el primero era el romper la bolsa con los dientes , porque no había forma de
abrirla de otra forma , el segundo el beber el liquido apretando la bolsa saliendo el liquido a chorro y el tercero era comerte las
aceitunas con sabor a ancha que era placer de dioses.
Lo desagradable es el tener que deshacerte
de la bolsa de plástico sin que te vieran las sotanas u cuidadores de turno, aquellos del brazalete
verde u rojo, compañeros que les daban mando en los recreos, que rotaban de
clase por clase por los cursos de los
mayores.
Otras monedas de cambio fueron los cigarrillos que vendía
Manolo y la Ino, paquetes que imitaban al tabaco de verdad. El chocolate
era bastante malo y costaba tanto quitarle el papel que lo envolvía que muchas
veces acabábamos comiéndonoslo con él. Las autoridades sanitarias en este caso
no tenían nada que decir, los abusadores nos los pedían para no pegarnos y nos aparecían
los gorrones, dame uno dame uno, pero
cuando ellos tenían se escondían y no te daban a ti.
Otro producto estrella en San
Fernando, fue el Dupis hermano inferior de los Donuts, esa rosquilla dulce que no es
un nombre genérico así lo dice la justicia una marca comercial que sólo
Panrico puede usar. Así que cuando se les ocurrió apoyar a los débiles y los
olvidados con un sucedáneo los Dupis. Sí, exactamente, el Donuts de los pobres
que allá por los años 76 los trajeron a San Fernando y nuestras madres
compraban de oferta en el supermercado, nos los daban para llevarlos al colegio
y seamos sinceros, no tenían ni punto de comparación con los de verdad, Su
desaparición es poco menos que un misterio porque apenas queda rastro de ellos.
Nuestros servicios secretos han intentado ponerse en contacto con Bimbo, los
creadores de estos Donuts de serie B, pero por ahora tampoco ha habido suerte,
fallecido en combate, será que lo de
funciono la familia Ruiz Mateos.
Bueno pocos centro en España podían
tener un Bar abierto para que en los
recreos compraras lo que quisieras y una sala de juegos
donde estar los días de frio y lluvia,
con sabor a patatas fritas y kikos.
Antonio Álvarez