lunes, 21 de noviembre de 2016

Un Homenaje del 20 de Noviembre a un hombre que la historia a borrado

En 1936 las cosas no eran como se nos han vendido en la reescritura de la historia que hicieron los vencedores. En aquel fatídico año, si alguien era respetado y nombrado por la mayoría de la población (porque la mayoría de la población siempre es proletariado aunque hoy no lo sabe una gran parte), ese era sin duda el hijo de una modesta familia de clase obrera: Buenaventura Durruti.
Más allá de lo peculiar del personaje, y a pesar del tiempo transcurrido, en esencia muy poco ha cambiado sobre aquello que tan claro tenía el revolucionario libertario, excepto la conciencia de clase del pueblo del Estado español. Pero solo hay que escuchar lo que Buenaventura decía entonces para entender que, cosméticas cronológicas al margen, en el fondo, la realidad es la misma.
Durruti recibió un impacto de bala el día 19 en Madrid y falleció el 20 de noviembre de 1936 en el Hotel Ritz de la misma ciudad, sede del hospital de sangre de las milicias catalanas. Aún no se sabe quién fue el responsable de aquel asesinato; y es que no solo los sublevados podían querer su muerte. A su entierro acudió la práctica totalidad de la población de Barcelona, y pese a ello parece que nunca sucedió.
Hoy, por el contrario, el 20 de noviembre es recordado por la muerte de dos fascistas: José Antonio Primo de Rivera, el primogénito del dictador Miguel Primo de Rivera, que fue ejecutado por conspiración y rebelión militar contra el Gobierno de la Segunda República al inicio de la Guerra Civil y, especialmente, cómo no, es recordado por la muerte del dictador Francisco Franco otro 20 de noviembre pero de 1975 en el Hospital de La Paz de Madrid, aunque se duda que esa fuera la fecha real de su fallecimiento, y no el día anterior como sugieren diversas fuentes.
Así murió Durruti, el mítico líder anarquista falleció por un  fatídico accidente, y no en combate como otros grandes líderes había que enaltecer su figura como posteriormente también la historia hiciera con José Antonio y con Francisco Franco, según los testigos, El mítico dirigente anarquista Buenaventura Durruti murió al disparársele fortuitamente su propio fusil mientras discutía con uno de sus ayudantes. El testimonio de quien fuera su chófer, Clemente Cuyás, contradice la versión oficial mantenida durante años de su muerte en combate en la defensa de Madrid, a los pocos meses de comenzar la guerra civil. Cuyás, de 78 años, asegura ahora que él y los otros siete testigos del accidente se juramentaron entonces para mantener el secreto y no desmerecer el mito de uno de los líderes más carismáticos de la CNT. El día de su muerte, Durruti (León, 1896-Madrid, 1936) se encontraba en una vía de la Ciudad Universitaria de Madrid, a pocos metros de la línea de fuego, empeñado en evitar que los milicianos arrancaran las traviesas de los ferrocarriles para hacer fuego.
"El compañero Durruti estaba muy enojado con su centurión Bonilla por los destrozos en las vías, ya que creía que se cometía un sabotaje inútil a nuestros propios intereses", dice Cuyás. "Era media mañana del 19 de noviembre de 1936. En un momento de la discusión alzó el fusil y golpeó la culata contra el estribo de nuestro coche, sonó un tiro y cayó redondo al suelo, herido mortalmente". La bala le penetró por el pecho y le salió por la espalda. Durruti murió al poco tiempo en el hospital y la CNT trasladó su cuerpo en avión a Barcelona, donde se celebró un multitudinario funeral.
Cuyás afirma que los testigos que presenciaron el accidente, en contacto con el cuartel de la columna, acataron la recomendación de ser discretos para siempre. "Durruti murió en acto de guerra", explicaron para mantener su aureola y no erosionar la moral de las tropas republicanas. El chófer de Durruti, que después de la victoria de las tropas de Franco pasó ocho años entre campos de concentración, cárceles y destierro, visitó años después en León a los padres de Durruti. "Se encontraban en una situación deplorable", comenta, "en la más absoluta miseria. La CNT nunca contactó con e].los".
En plena guerra, en muchas publicaciones históricas, el suceso quedó sumido en una tormenta de dudas y versiones contradictorias. Clemente Cuyas, el mecánico catalán que servía de chófer a Durruti, estaba a cuatro metros de él cuando cayó herido de muerte por una bala que salió del cañón de su arma. Cuyás llevaba más de dos meses al lado del líder CNT, tras sumarse en Aragón a la columna anarquista. Durruti pretendía arrasar en la defensa de Madrid. Afincado en su casa de Palma de Mallorca, Clemente Cuyas cree que ahora, casi 60 años después, han desaparecido las causas del silencio y se pueden negar las versiones que atribuían la muerte a un tiro disparado por rivales de su propio bando.
Cuyas, conocido entonces como Manitas, acompañó más adelante a otro gran personaje de la Cuyás a partir con él, y antes de marchar le dio todo el dinero que tenía. Cuyás no ha mitificado la figura de Durruti le traté más como amigo que como camarada"-, pero admira su autoridad moral sobre los cenecistas, su dureza de carácter -"una vez salvó de un fusilamiento a un cura ante unas hordas"- y, ante todo, su generosidad en las trincheras. "Se quitaba los zapatos para dárselos a los soldados si era preciso", agrega. 
República, Indalecio Prieto. Fue un viaje corto, pero importante, el del camino del exilio final. Explica el ex conductor anarquista que Prieto se peleó con Juan Negrín en Barcelona y tomó un avión hacia el extranjero. En el aeropuerto, Prieto invitó a
al volante de un automóvil Ford de ocho cilindros para recorrer el frente y un Packard para la ciudad, Clemente Cuyás compartió muchas horas de las gestas de Buenaventura Durruti , se sentaba a mi lado y, como curiosidad, sólo recuerdo que, a veces, por una carretera abierta, disparaba su arma por las ventanillas de ambos lados apuntando a los troncos de los árboles y al regreso verificaba su puntería". Durruti que nació en León en 1896 y falleció en Madrid  en el  1936, fue  Dirigente anarquista español, una de figuras legendarias del anarquismo. Hijo de un obrero de ideología socialista, trabajó desde los catorce años como mecánico ferroviario. En 1913 se afilió en la sección metalúrgica de la Unión General de Trabajadores (UGT). Tras participar en la huelga revolucionaria de agosto de 1917, hubo de exiliarse a Francia.
A su regreso a España en 1920, se estableció en Barcelona e ingresó en la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Junto a Ricardo Sanz, Francisco Ascaso y Joan García, entre otros, fundó en 1922 el grupo anarquista Los Solidarios, al que se atribuiría en 1923 el atentado contra el cardenal y arzobispo de Zaragoza Juan Soldevila. Su objetivo era luchar contra las bandas armadas dirigidas por los empresarios catalanes. El grupo intervino en un atraco contra la sucursal del Banco de España en Gijón, en el que fue detenido Francisco Ascaso, quien fue liberado pocos días después por Durruti y sus colaboradores.
Durruti formuló una teoría de la revolución social basada en el golpe de estado insurreccional, a cargo de grupos de combate minoritarios. Con el advenimiento de la dictadura de Primo de Rivera, Durruti y Ascaso viajaron a Argentina y a otros países de Hispanoamérica (1924-1925); mediante atracos entendidos como activismo revolucionario, reunieron durante ese periodo fondos para las agrupaciones anarquistas. De nuevo en Europa, se radicaron en Francia. En 1927 fueron detenidos al descubrirse sus planes para secuestrar a Alfonso XIII. Expulsados de España el año siguiente, viajaron a Berlín y se establecieron en Bélgica en 1929.
Al proclamarse la Segunda República (1931), se instaló en Barcelona e impulsó la Federación Anarquista Ibérica (FAI). Opuesto a la consolidación de la República parlamentaria y a los sucesivos gobiernos republicanos, participó activamente en las revueltas anarquistas de 1932 y 1933, y en la fracasada revolución de octubre de 1934. Esta experiencia le llevó a defender el no boicot de la CNT a las elecciones de febrero de 1936; la participación mayoritaria de los afiliados contribuiría a la victoria del Frente Popular.
Con el estallido de la Guerra Civil, dirigió las fuerzas anarquistas en Barcelona durante los combates del 19 de julio de 1936. Promovió el Comité de Milicias Antifascistas y encabezó una columna de milicianos que fue enviada al frente de Aragón para tomar Zaragoza. Durante su avance hacia la capital aragonesa procedió a la colectivización de los territorios recuperados, pero no logró entrar en Zaragoza.
En noviembre se trasladó a Madrid para apoyar la defensa de la capital ante la ofensiva de las tropas sublevadas. Al mando de una columna de dos mil milicianos, defendió el sector de la Ciudad Universitaria cercano al hospital Clínico, que terminaría sin embargo cayendo en manos de los nacionales. El 20 de noviembre murió de un disparo que había recibido el día anterior mientras inspeccionaba las zonas de combate, en circunstancias confusas. Su sepelio en Barcelona congregó a una inmensa multitud, co se a podido saber después , es muy posible  que muriera de otra forma , pero  no por dicha circunstancia, también debería entrar en el homenaje de los  fallecidos el 20 de noviembre .
Antonio Álvarez  “El pregonero de Valdelatas”






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