Como se puede divertir uno un martes por la tarde, pues solo hay que ir a colmenar Viejo para ver la Vaquilla.
He tenido la sensación de recuperar los recuerdos de la infancia se quedan marcados como las huellas de la historia en las paredes de ciertos edificios parecidos a los de nuestro gran pueblo de sufrimientos y alegrías que fue San Fernando, en sus distintos estratos según paseaba por Colmenar Viejo saque aquellos sentimientos que se agolpaban unos y otros intentando aflorar en todos mis sentidos , cuando subíamos en nuestra época de la pubertad a colmenar buscando chicas para satisfacer nuestras hormonas atadas bajo el yugo de la disciplina de un internado, los recuerdos retornaban a mi mente, me acercaba a la plaza con el sol tibio de invierno seco que nos ha tocado vivir en este año, donde en el pasado había casas viejas y en ruinas , hoy son esplendorosos edificios rehabilitados y casas nuevas , que nada tuvieron que ver con mi pasado o por lo menos yo no lo recordaba así, el paseo por la sierra de colmenar mientras llegaba al pueblo este Martes de Vaquilla con unos compañeros mayores que yo , que fueron llevados en su juventud a trabajar con dieciséis años de sol a sol en la panadería y otros en distintas vaquerías , se les abrían los ojos , viendo el esplendor , de lo que para ellos un día fue frustración.
La alegría mayor fue cuando se encontraron frente a la casa que alguno les dio cobijo y se encontraron con otros jóvenes del pasado y recordaron su infancia, recordaban las fachadas de adobe, color barro seco de tanto robarle al sol su calor.
Fue entonces cuando recordaron el olor de
tomates de la huerta y los dulces y pan recién hecho a altas horas de la madrugada,
que posteriormente repartían por colmenar.
Las tardes de cine y pipas en sesión doble, la de madrigueras que buscaban para vender los conejos, como los pájaros y lagartos que cazaban, para sacar unas perras para pagar el cine.
Bueno lo cierto es que eran cosas que las daba
la época terminaron diciendo, bajaron hasta la fuente donde llenaban el cántaro
y en donde bebían los animales cuando llegaban sedientos de realizar las tares
del campo.
Ahora todo era una
moderna fuente muy funcional. Y la plaza estaba asfaltada y contaba con unas
aceras amplias que facilitaban el paseo.
Lejos de lo que recordaban,
yo les miraba sin saber que ocurría. Como explicarles que no entendía sus
miradas de ojos empapados de lagrimas y sus cómplices sonrisas que brotaban de sus labios , yo estaba
presente en cada rincón de lo visitado
pero ellos lo Vivian de otra forma ,
con esa mirada del pasado de aquel niño que salió de san Fernando con
la ,maleta de cartón , llegando a un hogar al que no conocían de este pueblo
con aire tan puro y limpio como la
inocencia de un niño.
Ellos habían vuelto de
vivir su pasado y a mi me había hecho el regalo más entrañable, me habían
regalado una parte de ellos de su infancia.
Antonio Alvarez Herranz
"TONI"
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