lunes, 3 de septiembre de 2012

El Cuarto de los ratones


En aquellos días estando en monjas, los bulos como lo llamábamos empezaron a tener resonancia en mis tímpanos, miles de leyendas llenaban nuestras cabezas, leyendas y bulos que nunca se sabrá si son ciertos.

 nuestras pequeñas cabezas no daban para procesar tantos datos, las amenazas , que corrían por los pabellones y patios eran un combate de boxeo, unas fuerzas contra otras y unos pensamientos contra otros , parece que disfrutábamos con el terror y el miedo y la trasmisión a los demás compañeros, por lo que hoy se llaman leyendas urbanas , crecían y crecían .

El CUARTO DE LOS RATONES:

Aquella monja  alta a nuestros ojos y gordita, siempre amenazaba , con el cuarto de los ratones , yo nunca estuve , pero según los relatos que corrían por el patio de recreo, era un agujeró enorme  al lado  la cocina junto a la pequeña despensa  que  las monjas guardaban aquel pestilente membrillo en lata con tapa santa de España, era una virgen , no se cual , pero creo que carece de importancia.

Uno contaba que estuvo allí de tres a cuatro horas y que era un cuarto estrecho pequeño y húmedo y que las ratas campaban a sus anchas, el bulo u leyenda crecía y crecía  según fuese el que lo contase, la importancia y el heroísmo crecía en primera persona según el compañero y amigo que lo contaba, cada uno lo decía y agrandaba para ser mas héroe que el anterior.

Yo estuve  seis horas, yo un día, yo dos días y nuestras pequeñas mentes lo hacíamos película y soñábamos con ser los héroes  siguientes de ese famoso cuarto de los ratones.

Al final la leyenda mas oída  era, que a los niños que se portaban mal, se les metía en dicho cuarto con un chusco de pan y un vaso de agua, que les mantenían horas y horas, que aquel cuarto se convirtió, gracias  algún gran aventurero en un pasadizo secreto que iba desde las cocinas de las monjas, a la sacristía de la iglesia de el colegio que estaba donde mulas.

Que por aquel interminable pasadizo, sucedieron un sinfín de hechos y escapatorias, encuentros  monjas y salesianos y paso de prisioneros y el depósito de productos obtenidos de  contrabando en épocas de posguerra.

Al final el compañero o niño más mayor, siempre era el más fuerte y el más venerado, por haber estado más tiempo, el haber recorrido todas sus galerías subterráneas y haberse enfrentado a miles de peligros, es el machote del clan.

La verdad es que todos y cada uno de nosotros, necesitábamos tener a un machote, en un lugar donde se necesitaban líderes y los bulos, para  tener un orden social y estructurado de patio de recreo, como existen en las cárceles, con vigilantes del orden y concierto en el perímetro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario