domingo, 26 de agosto de 2012

Subí a Padre

Subí a padres.
Lo de subir en nuestro argot era llegar a padres vamos a la enseñanza primaria, a la EGB, para muchos ya olvidada, como otras cosas de la vida y más en el día de hoy, que se lleva el yo sufrí.
Yo recuerdo el dejar el babi, prenda diaria con la que llegabas a tener una afinidad pasmosa, vamos que sin el babi te encontrabas desnudo.
Tú te ponías el babi a las ocho de la mañana y no te le quitabas hasta las  nueve que te ibas a la cama, era una prenda que se amoldaba de tal manera a tu cuerpo que pasaba a ser tu segunda piel.
Bueno todo eso termino, las manchas pasaban directamente ya a la camisa, al pantalón al jersey, ya podía  correr sin la minifalda, ya se me veían los pantalones  cortos de lana pesada  y calcetines  a media pierna.
Pero no todo fue bonito, aquel día bajando la explanada desde la iglesia a  la que sería mi área de vida  durante los próximos cinco años, mi pequeña parcela dentro del gran colegio de tapias altas , en medio del campo, recuerdo aquel profesor con cara de oso agrio, D. Gregorio, con las gafas de culo de botella, que me día huy que majo es el niño, anda siéntate hay, cerca de mí para que vea  lo que has aprendido con las monjitas, todo el día preguntándome , sabes esto sabes lo otro , bueno un día más , lo peor fue al día siguiente, aprendí el régimen militar , diana ,ducha fría, desayuno, y formación en el campo de cemento rodeado de piedra a una altura de cincuenta centímetros , con dos porterías de balonmano en sus extremos , como que era el campo de balonmano de estudiantes así nos denominaban los Mulas, ¿Quién eran los Mulas? Eso es otro capítulo que se descifrara más adelante.
Las filas por clases, en perfecta alineación, a cubrirse, pi, pi, pi con el silbato, el que no se cubría (poner el brazo recto en el hombro del compañero, pero sin  tocarle) pescozón, capón con el pito o tiro de patillas. Una vez en perfecta formación, el rezo con el salesiano de rigor subido al murete que hacía de perímetro al campo de balonmano, a rezar padre nuestro que estás en el cielo… y algún día el cara el sol, días sueltos cuando había que celebrar algún hecho, que nosotros desconocíamos, los días de lluvia lo mismo, pero dentro de las interminables galerías enfrente  de la clase que te tocaba.
Esto se repetía cada vez que se entraba en clase , después de los recreos , de la comida , de la cena ,cuando pasábamos al estudio, al cine , a comer, a cenar, al dormitorio, éramos como una locomotora con los vagones  de un lado para otro en perfecta  alineación, a golpe de silbato.
Después descubrí, lo de la letra con sangre entra, a regletazos en las palmas de las manos, o a cepillazos a la cabeza con el borrador de la pizarra, por cierto que pedazo de pizarra, no se acababa, sobre todo cuando tenias que copiar, no me portare mal en clase, durante el recreo y llenarla de dicha frase  una y otra vez.
Lo que me fijaba era en la expresión que ponía, su cara reflejaba placer, cundo tú te retorcías de dolor y más cuando apartabas la palma de la mano y se cabreaba y te daba más fuerte, cuando no se quitaba el cinto y te daba donde llegaba, todo le parecía mal, cualquier gesto, risa, bostezo, tos, vamos que andábamos mas tiesos que una vela.
Lo bueno que solo duro un curso nueve meses, pero aprobé todo, joder algún listo suspendió, yo por no repetir aprendí a memorizar todo , hacer chuletas, a no levantar la mano y ponerme si podía al fondo de la clase , detrás de alguno grande  para que me tapara y pasar desapercibido, creo qu8e eso me salvo de perecer en quinto.
Antonio Álvarez  1961

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